Mundo estéril
Deambulando por el mundo; aquel donde cualquier senda parece estéril, donde el humus se ha extinto remplazado por sal. Aquel mundo donde ningún lugar es propicio para respirar por su clima hostil. Hordas marchan con el viento, castigando sus cráneos sobre el rígido concreto, cargando su cruz camino al monte calvario, pidiendo a su dios, arroje un poco de piadosa luz.
Vergonzosas estelas me ofuscan, al notar el paso de aquellas amorfas figuras, quienes a la marcha, levantan un manto negro que los cobija, como si quisiesen ocultar su desdicha. El aire se torna nocivo; anega mis pulmones. Anega mi alma…
Desesperado, sin encontrar lugar alguno que me provea protección, sin poder huir de aquella malévola y enfermiza polución, miro dentro de mi, una luz tranquilizadora lleva a mi alma al paroxismo ; es el Edén, un paraíso interno en el que inmediatamente me refugio. Esta luz hospitalaria, me sana, me alimenta; esta luz revive a mi alma.
Me planto con fuerza, mi alma tiende raíces, en mí me refugio, y sobrevivo a este clima hostil. Ahora en este mundo estéril, ha crecido una flor, un pequeño Edén dentro de los mismos abismos infernales, ahora este mundo tiene una flor.
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